10 Dic 2020
Reflexión sobre el impacto duradero de los descubrimientos que llevaron al Dr. Luis F. Leloir al Premio Nobel de Química de 1970
La verdadera medida del impacto científico no depende de cuántas veces se citan artículos de investigación o las revistas en las que se informan los trabajos porque el legado de un gran trabajo a veces no se puede evaluar durante muchos años después del descubrimiento inicial. Si el doctor Leloir estuviera vivo hoy, estoy seguro de que se maravillaría por el alcance y la profundidad del impacto de su descubrimiento de los nucleótidos azúcares como precursores de la síntesis de carbohidratos en la biología y la medicina.
Por su trabajo, sabíamos que los nucleótidos azúcares servían como precursores de la síntesis de polisacáridos, pero en las décadas posteriores el campo ha crecido para ayudarnos a comprender la síntesis de oligosacáridos en glicoproteínas y glicolípidos, un tema que toca aspectos clave del ensamblaje de membranas, de la secreción y de la biosíntesis de las paredes celulares en células procariotas y eucariotas. Hemos aprendido mucho sobre las enfermedades causadas por defectos en la síntesis de carbohidratos y el papel crucial de los oligosacáridos en el direccionamiento de proteínas dentro de la célula y en la adhesión célula-célula en estados normales y patológicos. Sin duda que el futuro traerá mucho más. Incluso pudo haber anticipado esto en las frases finales de su conferencia Nobel:
“Sin duda, esto puede convertirse en un problema fascinante para futuras investigaciones.
Afortunadamente, incluso después de dos décadas, nuestro campo de investigación no se ha vuelto aburrido ni ha pasado de moda”.
Aun cuando sobre sus descubrimientos hemos construido en direcciones inesperadas, la devoción singular de Leloir a su trabajo experimental, a los colegas de su instituto y, más ampliamente, a la ciencia latinoamericana, debería servir de modelo para inspirar a la próxima generación de jóvenes investigadores. Su estilo personal, casi ascético, contrasta con el enfoque que busca la aprobación fácil adoptado por aquellos que ponen un énfasis en las aplicaciones prácticas y sus aplicaciones médicas sobre la investigación básica biomédica. El espíritu de Leloir sigue vivo en aquellos de nosotros cuya motivación principal es la sed de mayor conocimiento de la naturaleza.
Por su trabajo, sabíamos que los nucleótidos azúcares servían como precursores de la síntesis de polisacáridos, pero en las décadas posteriores el campo ha crecido para ayudarnos a comprender la síntesis de oligosacáridos en glicoproteínas y glicolípidos, un tema que toca aspectos clave del ensamblaje de membranas, de la secreción y de la biosíntesis de las paredes celulares en células procariotas y eucariotas. Hemos aprendido mucho sobre las enfermedades causadas por defectos en la síntesis de carbohidratos y el papel crucial de los oligosacáridos en el direccionamiento de proteínas dentro de la célula y en la adhesión célula-célula en estados normales y patológicos. Sin duda que el futuro traerá mucho más. Incluso pudo haber anticipado esto en las frases finales de su conferencia Nobel:
“Sin duda, esto puede convertirse en un problema fascinante para futuras investigaciones.
Afortunadamente, incluso después de dos décadas, nuestro campo de investigación no se ha vuelto aburrido ni ha pasado de moda”.
Aun cuando sobre sus descubrimientos hemos construido en direcciones inesperadas, la devoción singular de Leloir a su trabajo experimental, a los colegas de su instituto y, más ampliamente, a la ciencia latinoamericana, debería servir de modelo para inspirar a la próxima generación de jóvenes investigadores. Su estilo personal, casi ascético, contrasta con el enfoque que busca la aprobación fácil adoptado por aquellos que ponen un énfasis en las aplicaciones prácticas y sus aplicaciones médicas sobre la investigación básica biomédica. El espíritu de Leloir sigue vivo en aquellos de nosotros cuya motivación principal es la sed de mayor conocimiento de la naturaleza.
Randy Schekman
Departamento de Biología Molecular y Celular
Instituto Médico Howard Hughes
Universidad de California, Berkeley