25 Mar 2024
Un investigador de nuestro Instituto, detrás del éxito de las escuelas argentinas en el Concurso Internacional de Crecimiento de Cristales
Se trata del doctor en Química Sebastián Klinke, también presidente de la Asociación Argentina de Cristalografía, organización que desde 2014 impulsa cursos de capacitación sobre la disciplina a docentes de todo el país para que sean ellos quienes despierten vocaciones en sus alumnos. En el último certamen mundial de Cristalografía, trabajos de dos escuelas patagónicas obtuvieron el primero y el tercer puesto.
Cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) propuso que 2014 fuera el Año de la Cristalografía, la Unión Internacional de esa disciplina (IUCr, por sus siglas en inglés) organizó un Concurso Mundial destinado a estudiantes menores de 18 años para ayudar a popularizar ese campo de la ciencia. En el país, la Asociación Argentina de Cristalografía (AACr) se sumó a la movida con un certamen nacional anual y comenzó a dictar capacitaciones a docentes de escuelas primarias y secundarias para que sean ellos quienes estimulen la curiosidad en sus alumnos. Una decisión más que acertada: en la última edición de la competencia internacional dos escuelas argentinas obtuvieron medallas de oro y bronce. Y no fue la primera vez.
“Desde que arrancó el concurso mundial, todos los años hubo al menos una medalla para la Argentina. Igual, más que lograr campeones mundiales nuestro objetivo es despertar vocaciones científicas”, explica con orgullo Sebastián Klinke, encargado del servicio de Cristalografía de nuestro Instituto y actual presidente de la AACr. Y añade: “Para mí es increíble la dedicación y las ganas que le ponen los colegios para llevar adelante sus iniciativas de hacer crecer cristales”.
En la categoría de 15 a 18 años de la última competencia mundial, la medalla de oro la ganó la escuela “Ejército de los Andes” (ESRN Nº 78) de Catriel, provincia de Río Negro, por su trabajo de crecimiento de monocristales de bórax (sal de boro), al que bautizaron “Los Argentos”. La medalla de bronce, por su parte, la obtuvo la escuela Nº 751 “Dr. Luis Federico Leloir”, de Trelew, Chubut, por el proyecto “La rosa encantada”. Para concretarlo, las alumnas crecieron policristales de azúcar coloreados a los que ubicaron en una estructura de alambre con forma de rosa, y exploraron con diferentes tipos y marcas comerciales de azúcar.
“Aunque no es condición que hayan ganado en el concurso local ni hay una preselección para competir a nivel internacional, lo bueno es que ambos proyectos también habían sido reconocidos en nuestro certamen”, destaca Klinke, quien además es investigador del CONICET. Y cuenta que el jurado internacional está integrado por destacados científicos que pertenecen a la IUCr, y que muchas veces gracias a este premio los colegios deciden luego sumar un laboratorio a sus instalaciones.
“Desde que arrancó el concurso mundial, todos los años hubo al menos una medalla para la Argentina. Igual, más que lograr campeones mundiales nuestro objetivo es despertar vocaciones científicas”, explica con orgullo Sebastián Klinke, encargado del servicio de Cristalografía de nuestro Instituto y actual presidente de la AACr. Y añade: “Para mí es increíble la dedicación y las ganas que le ponen los colegios para llevar adelante sus iniciativas de hacer crecer cristales”.
En la categoría de 15 a 18 años de la última competencia mundial, la medalla de oro la ganó la escuela “Ejército de los Andes” (ESRN Nº 78) de Catriel, provincia de Río Negro, por su trabajo de crecimiento de monocristales de bórax (sal de boro), al que bautizaron “Los Argentos”. La medalla de bronce, por su parte, la obtuvo la escuela Nº 751 “Dr. Luis Federico Leloir”, de Trelew, Chubut, por el proyecto “La rosa encantada”. Para concretarlo, las alumnas crecieron policristales de azúcar coloreados a los que ubicaron en una estructura de alambre con forma de rosa, y exploraron con diferentes tipos y marcas comerciales de azúcar.
“Aunque no es condición que hayan ganado en el concurso local ni hay una preselección para competir a nivel internacional, lo bueno es que ambos proyectos también habían sido reconocidos en nuestro certamen”, destaca Klinke, quien además es investigador del CONICET. Y cuenta que el jurado internacional está integrado por destacados científicos que pertenecen a la IUCr, y que muchas veces gracias a este premio los colegios deciden luego sumar un laboratorio a sus instalaciones.
Para lograr la meta de dar a conocer la cristalografía en la Argentina, los miembros de la AACr viajan por todo el país dictando cursos a docentes y los estimulan a que participen junto a sus alumnos tanto en el concurso internacional como en el nacional. En estos 10 años, estiman que alrededor de 3500 chicos y chicas de las 24 provincias se sumaron a la iniciativa local.
“Los estudiantes diseñan con el docente una experiencia de crecimiento cristalino y tienen casi seis meses para llevarla a cabo. Alrededor de septiembre nos tienen que mandar un informe o un video de cuatro minutos contando desde los objetivos hasta los materiales que usaron y el por qué”, explica Klinke. Y agrega: “No va a ganar el cristal perfecto, porque eso no existe; va a ganar el grupo que sepa contar muy bien todo lo que hizo y pueda reconocer incluso los defectos de su trabajo. Y, obviamente, el que entiende los procesos, no el que sigue una receta”.
El principal auspiciante del concurso nacional, que acaba de lanzar la convocatoria 2024, es el CONICET a través del VocAr, su programa para fomentar la cultura científica, y también recibe un importante apoyo de la Fundación Balseiro.
Cristales que no son joyas
Comparada con otras ramas de la ciencia, la cristalografía es una disciplina poco conocida para la gente no especializada, que tiende a pensar en piedras preciosas o en vidrios caros cuando se le consulta sobre el tema. Sin embargo, su definición está bastante alejada de la joyería o la cristalería: “La cristalografía es la rama de la ciencia que se dedica al estudio de la materia sólida ordenada. En ella, sus componentes –átomos, moléculas o iones– se ubican de un modo regular y periódico”, informa Klinke. Y menciona que la sal, el azúcar y el hielo seco son buenos ejemplos de cristales.
Según el especialista, la gran mayoría de la cristalografía que se hace en la Argentina está relacionada a la ciencia de materiales inorgánicos u orgánicos que poseen propiedades novedosas. “En la FIL, en cambio, hacemos cristalografía biológica e investigamos cristales de moléculas complejas como las proteínas. Una de las técnicas fundamentales para conocer la forma de las proteínas en tres dimensiones se llama cristalografía de rayos X porque al cristal que se formó se lo incide con rayos X para poder calcular dónde están ubicados sus átomos”, describe Klinke, que agrega: “Comprender cómo se comportan las proteínas de un organismo patógeno, por ejemplo, nos puede dar herramientas para saber cómo bloquearlo”.
Durante la edición 2023 de “La Noche de los Museos”, de la que participó nuestro Instituto, Klinke y su equipo dictaron en la FIL un taller interactivo de crecimiento de cristales con materiales sencillos para poder repetir la experiencia en las casas, que sorprendió a los presentes por el despliegue y dejó a todos con ganas de más. El entusiasmo por la cristalografía también se contagia.
“Los estudiantes diseñan con el docente una experiencia de crecimiento cristalino y tienen casi seis meses para llevarla a cabo. Alrededor de septiembre nos tienen que mandar un informe o un video de cuatro minutos contando desde los objetivos hasta los materiales que usaron y el por qué”, explica Klinke. Y agrega: “No va a ganar el cristal perfecto, porque eso no existe; va a ganar el grupo que sepa contar muy bien todo lo que hizo y pueda reconocer incluso los defectos de su trabajo. Y, obviamente, el que entiende los procesos, no el que sigue una receta”.
El principal auspiciante del concurso nacional, que acaba de lanzar la convocatoria 2024, es el CONICET a través del VocAr, su programa para fomentar la cultura científica, y también recibe un importante apoyo de la Fundación Balseiro.
Cristales que no son joyas
Comparada con otras ramas de la ciencia, la cristalografía es una disciplina poco conocida para la gente no especializada, que tiende a pensar en piedras preciosas o en vidrios caros cuando se le consulta sobre el tema. Sin embargo, su definición está bastante alejada de la joyería o la cristalería: “La cristalografía es la rama de la ciencia que se dedica al estudio de la materia sólida ordenada. En ella, sus componentes –átomos, moléculas o iones– se ubican de un modo regular y periódico”, informa Klinke. Y menciona que la sal, el azúcar y el hielo seco son buenos ejemplos de cristales.
Según el especialista, la gran mayoría de la cristalografía que se hace en la Argentina está relacionada a la ciencia de materiales inorgánicos u orgánicos que poseen propiedades novedosas. “En la FIL, en cambio, hacemos cristalografía biológica e investigamos cristales de moléculas complejas como las proteínas. Una de las técnicas fundamentales para conocer la forma de las proteínas en tres dimensiones se llama cristalografía de rayos X porque al cristal que se formó se lo incide con rayos X para poder calcular dónde están ubicados sus átomos”, describe Klinke, que agrega: “Comprender cómo se comportan las proteínas de un organismo patógeno, por ejemplo, nos puede dar herramientas para saber cómo bloquearlo”.
Durante la edición 2023 de “La Noche de los Museos”, de la que participó nuestro Instituto, Klinke y su equipo dictaron en la FIL un taller interactivo de crecimiento de cristales con materiales sencillos para poder repetir la experiencia en las casas, que sorprendió a los presentes por el despliegue y dejó a todos con ganas de más. El entusiasmo por la cristalografía también se contagia.