22 Jul 2019
El Instituto Leloir en el Día Mundial del Cerebro
Este día (22 de julio) se instauró para destacar la importancia de la prevención para diferentes trastornos cerebrales y también la necesidad de mejorar su tratamiento. Varios grupos de la Fundación Instituto Leloir realizan estudios encaminados hacia ese objetivo.
El laboratorio encabezado por Eduardo Castaño logró desarrollar modelos de investigación que recrean con alto grado de fidelidad algunas características de la enfermedad de Alzheimer – que en nuestro país afecta a más de medio millón de personas – y cuyo uso permite reducir los tiempos de investigación para la búsqueda de nuevas terapias. Su uso ha permitido identificar un grupo de genes que modifican la toxicidad de la proteína amiloide asociada a esa patología.
Por otra parte, Laura Morelli, científica de la FIL, lidera proyectos que apuntan a determinar el perfil genético del alzhéimer en Argentina, estudiar el efecto de la dieta sobre esa condición y también desarrollar tests – uno basado en análisis de saliva y otro de sangre - para predecir su aparición.
El laboratorio de Plasticidad Neuronal, liderado por Alejandro Schinder, realiza estudios que se centran en revelar los mecanismos de remodelado de circuitos neuronales en el cerebro adulto. Su línea de trabajo abre caminos para el diseño futuro de estrategias terapéuticas que ayuden a los circuitos a “capturar” neuronas o, al menos, a reducir la velocidad con la que se desconectan, tal como ocurre en las enfermedades de Alzheimer o Parkinson y otras patologías neurodegenerativas.
Otro grupo, el de Fernando Pitossi, realiza investigaciones que tienen como objetivo general aportar información para el diseño de terapias protectoras o regenerativas para el Parkinson, una patología de muerte neuronal progresiva que afecta al 1% de la población mayor a 65 años. También se centra en el estudio de la Esclerosis Múltiple y la epilepsia.
El laboratorio de Fernanda Ceriani dilucida procesos moleculares que cumplen un rol clave en el funcionamiento del reloj biológico del cerebro constituido por neuronas especializadas que ordenan temporalmente las funciones fisiológicas del cuerpo a lo largo del día. Su estudio puede contribuir al futuro diseño de tratamientos para diferentes trastornos. Además de los conocidos síntomas que genera el jet lag o la fatiga en personas que trabajan de noche, la literatura científica acumula evidencia sobre la relación entre la disfunción del reloj biológico y la susceptibilidad al desarrollo de ciertos tipos de cáncer, enfermedades cardíacas, diabetes tipo II, infecciones y obesidad.
Un laboratorio que se puso recientemente en marcha en la FIL, el de Emilio Kropff, se especializa en el estudio del “GPS cerebral” e investiga los procesos involucrados en la percepción del tiempo y del espacio. Sus trabajos apuntan, entre otras cosas, a comprender mejor los síntomas de pacientes con enfermedades neurodegenerativas, como la desorientación y la pérdida de memoria.
María Fernanda Ledda, también directora de un nuevo grupo, explora las bases moleculares y celulares que subyacen a la actividad de los factores neurotróficos en el desarrollo del sistema nervioso. Estos factores son un grupo de proteínas que favorecen la sobrevida, la diferenciación y establecimiento de los contactos neuronales durante el desarrollo del sistema nervioso central y periférico y su estudio puede contribuir a mejorar el tratamiento de enfermedades del neurodesarrollo así como también de patologías neurodegenerativas.
Uno de los objetivos del laboratorio de Graciela Boccaccio es dilucidar las bases moleculares de las respuestas de las células para superar diversos tipos de estrés que ponen en riesgo su supervivencia. Este proceso involucra cambios dramáticos en un tipo especial de organelas o estructuras celulares, muy novedosas, que se conocen como “cuerpos de silenciamiento de ARN mensajeros” (ARNm). Entender estos mecanismos podría facilitar, en el largo plazo, el diseño de terapias para impedir la muerte de neuronas dañadas.
Y el grupo de Guillermo Lanuza realiza estudios que se orientan a comprender el desarrollo del sistema nervioso. Sus investigaciones buscan contribuir con el diseño de potenciales estrategias terapéuticas tanto para enfermedades neurodegenerativas (Parkinson y esclerosis lateral amiotrófica) como para malformaciones congénitas.
El laboratorio encabezado por Eduardo Castaño logró desarrollar modelos de investigación que recrean con alto grado de fidelidad algunas características de la enfermedad de Alzheimer – que en nuestro país afecta a más de medio millón de personas – y cuyo uso permite reducir los tiempos de investigación para la búsqueda de nuevas terapias. Su uso ha permitido identificar un grupo de genes que modifican la toxicidad de la proteína amiloide asociada a esa patología.
Por otra parte, Laura Morelli, científica de la FIL, lidera proyectos que apuntan a determinar el perfil genético del alzhéimer en Argentina, estudiar el efecto de la dieta sobre esa condición y también desarrollar tests – uno basado en análisis de saliva y otro de sangre - para predecir su aparición.
El laboratorio de Plasticidad Neuronal, liderado por Alejandro Schinder, realiza estudios que se centran en revelar los mecanismos de remodelado de circuitos neuronales en el cerebro adulto. Su línea de trabajo abre caminos para el diseño futuro de estrategias terapéuticas que ayuden a los circuitos a “capturar” neuronas o, al menos, a reducir la velocidad con la que se desconectan, tal como ocurre en las enfermedades de Alzheimer o Parkinson y otras patologías neurodegenerativas.
Otro grupo, el de Fernando Pitossi, realiza investigaciones que tienen como objetivo general aportar información para el diseño de terapias protectoras o regenerativas para el Parkinson, una patología de muerte neuronal progresiva que afecta al 1% de la población mayor a 65 años. También se centra en el estudio de la Esclerosis Múltiple y la epilepsia.
El laboratorio de Fernanda Ceriani dilucida procesos moleculares que cumplen un rol clave en el funcionamiento del reloj biológico del cerebro constituido por neuronas especializadas que ordenan temporalmente las funciones fisiológicas del cuerpo a lo largo del día. Su estudio puede contribuir al futuro diseño de tratamientos para diferentes trastornos. Además de los conocidos síntomas que genera el jet lag o la fatiga en personas que trabajan de noche, la literatura científica acumula evidencia sobre la relación entre la disfunción del reloj biológico y la susceptibilidad al desarrollo de ciertos tipos de cáncer, enfermedades cardíacas, diabetes tipo II, infecciones y obesidad.
Un laboratorio que se puso recientemente en marcha en la FIL, el de Emilio Kropff, se especializa en el estudio del “GPS cerebral” e investiga los procesos involucrados en la percepción del tiempo y del espacio. Sus trabajos apuntan, entre otras cosas, a comprender mejor los síntomas de pacientes con enfermedades neurodegenerativas, como la desorientación y la pérdida de memoria.
María Fernanda Ledda, también directora de un nuevo grupo, explora las bases moleculares y celulares que subyacen a la actividad de los factores neurotróficos en el desarrollo del sistema nervioso. Estos factores son un grupo de proteínas que favorecen la sobrevida, la diferenciación y establecimiento de los contactos neuronales durante el desarrollo del sistema nervioso central y periférico y su estudio puede contribuir a mejorar el tratamiento de enfermedades del neurodesarrollo así como también de patologías neurodegenerativas.
Uno de los objetivos del laboratorio de Graciela Boccaccio es dilucidar las bases moleculares de las respuestas de las células para superar diversos tipos de estrés que ponen en riesgo su supervivencia. Este proceso involucra cambios dramáticos en un tipo especial de organelas o estructuras celulares, muy novedosas, que se conocen como “cuerpos de silenciamiento de ARN mensajeros” (ARNm). Entender estos mecanismos podría facilitar, en el largo plazo, el diseño de terapias para impedir la muerte de neuronas dañadas.
Y el grupo de Guillermo Lanuza realiza estudios que se orientan a comprender el desarrollo del sistema nervioso. Sus investigaciones buscan contribuir con el diseño de potenciales estrategias terapéuticas tanto para enfermedades neurodegenerativas (Parkinson y esclerosis lateral amiotrófica) como para malformaciones congénitas.