05 Abr 2021
Horacio Martín Pallarés, un actor clave en la creación de los test serológicos para COVID-19
Es integrante del laboratorio de Virología Molecular liderado por Andrea Gamarnik en la Fundación Instituto Leloir (FIL) y participó del desarrollo de los kits COVIDAR IgG e IgM que se distribuyen gratuitamente a hospitales por medio de ministerios de salud de todo el país y a distintos centros de salud públicos y privados.
Pallarés tiene 29 años e integra el equipo COVIDAR, encabezado por Gamarnik, que desarrolló los primeros test serológicos para COVID-19 argentinos aprobados por ANMAT. En diciembre pasado se superó la producción de 6000 kits equivalentes a un millón de determinaciones.
Los test “COVIDAR” tienen múltiples aplicaciones: el control de la transmisión en barrios, el cuidado del personal de salud, vigilancia en personal de geriátricos, selección de donantes de plasma para terapias y estudios clínicos, la medición de anticuerpos generados por las vacunas y otros fines.
“La verdad es que es muy emocionante participar de un proyecto que está contribuyendo con el control de la pandemia en el país”, afirma Pallarés quien llegó a tener tres trabajos durante su carrera universitaria para poder mantenerse. Egresó de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA en el año 2017 como licenciado en Ciencias Biológicas.
Pallarés es becario doctoral del CONICET y su tesis de doctorado se centra en el virus del Zika, un patógeno emergente para el que aún no existen vacunas ni antivirales y que se transmite a las personas a través de la picadura de mosquitos infectados del género Aedes, y también por vía sexual.
“Para poder realizar mi investigación con el virus del Zika fue necesario aprender técnicas de cultivo celular, manipular genéticamente proteínas virales, y usar herramientas de biología molecular que fueron esenciales para poder producir las proteínas virales de SARS-CoV-2. Estas proteínas son el fundamento de los kits COVIDAR IgG e IgM, y para el desarrollo de los kits tuvimos que producirlas a una escala mucho mayor de lo que estábamos acostumbrados en el laboratorio. Fue muy emocionante ver que alcanzamos los objetivos que nos propusimos”, explicó Pallarés. Y agregó: “Además, pude incorporar conocimientos adquiridos durante mi tesina de licenciatura llevada a cabo en el INTA (Castelar), donde desarrollé también un test serológico para detectar anticuerpos contra Babesia Bovis en bovinos (causante de la enfermedad de la tristeza bovina) bajo la dirección de Gabriela López”.
“El trabajo que hacemos en plena pandemia bajo la dirección de Andrea ejemplifica por qué es importante para el país contar con una política científica que pueda responder de manera rápida y efectiva a problemáticas de nuestra sociedad”, concluyó el joven doctorando.
El proyecto COVIDAR se creó en el marco de la “Unidad COVID-19”, impulsada por el Ministerio de Ciencia, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) y el CONICET, y en diferentes etapas contó con el apoyo del Fondo para la Convergencia del Mercosur (FOCEM), la Fundación Williams y la Asociación Civil SAND.
Pallarés tiene 29 años e integra el equipo COVIDAR, encabezado por Gamarnik, que desarrolló los primeros test serológicos para COVID-19 argentinos aprobados por ANMAT. En diciembre pasado se superó la producción de 6000 kits equivalentes a un millón de determinaciones.
Los test “COVIDAR” tienen múltiples aplicaciones: el control de la transmisión en barrios, el cuidado del personal de salud, vigilancia en personal de geriátricos, selección de donantes de plasma para terapias y estudios clínicos, la medición de anticuerpos generados por las vacunas y otros fines.
“La verdad es que es muy emocionante participar de un proyecto que está contribuyendo con el control de la pandemia en el país”, afirma Pallarés quien llegó a tener tres trabajos durante su carrera universitaria para poder mantenerse. Egresó de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA en el año 2017 como licenciado en Ciencias Biológicas.
Pallarés es becario doctoral del CONICET y su tesis de doctorado se centra en el virus del Zika, un patógeno emergente para el que aún no existen vacunas ni antivirales y que se transmite a las personas a través de la picadura de mosquitos infectados del género Aedes, y también por vía sexual.
“Para poder realizar mi investigación con el virus del Zika fue necesario aprender técnicas de cultivo celular, manipular genéticamente proteínas virales, y usar herramientas de biología molecular que fueron esenciales para poder producir las proteínas virales de SARS-CoV-2. Estas proteínas son el fundamento de los kits COVIDAR IgG e IgM, y para el desarrollo de los kits tuvimos que producirlas a una escala mucho mayor de lo que estábamos acostumbrados en el laboratorio. Fue muy emocionante ver que alcanzamos los objetivos que nos propusimos”, explicó Pallarés. Y agregó: “Además, pude incorporar conocimientos adquiridos durante mi tesina de licenciatura llevada a cabo en el INTA (Castelar), donde desarrollé también un test serológico para detectar anticuerpos contra Babesia Bovis en bovinos (causante de la enfermedad de la tristeza bovina) bajo la dirección de Gabriela López”.
“El trabajo que hacemos en plena pandemia bajo la dirección de Andrea ejemplifica por qué es importante para el país contar con una política científica que pueda responder de manera rápida y efectiva a problemáticas de nuestra sociedad”, concluyó el joven doctorando.
El proyecto COVIDAR se creó en el marco de la “Unidad COVID-19”, impulsada por el Ministerio de Ciencia, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) y el CONICET, y en diferentes etapas contó con el apoyo del Fondo para la Convergencia del Mercosur (FOCEM), la Fundación Williams y la Asociación Civil SAND.