30 Ene 2024

Avanza en el país el desarrollo de kits para conocer la situación de la población argentina en relación al dengue

La flamante Red Federal para el Diagnóstico Rápido de Enfermedades Infecciosas en Argentina (ReFeDeAr), que lideran varios científicos de nuestro Instituto, desarrolla un test para detectar dengue, pero también para saber si una persona ya tuvo la enfermedad o no, información clave para prevenir los casos más graves.

Los investigadores de la FIL Andrea Gamarnik, Daiana Capdevila y Marcelo Yanosvsky coordinan la red, que está integrada también por grupos en Misiones y Santiago del Estero.
Muchas enfermedades son producidas por virus que pueden tener
diversas variantes e incluso causar diferentes síntomas, como el SARS-
CoV-2, el de la influenza, la hepatitis o el dengue. Pero este último tiene
una particularidad que lo hace especial: a diferencia de los patógenos
detrás del COVID-19 y la gripe, si una persona estuvo expuesta a uno de
los cuatro tipos en los que se puede presentar (DEN1, DEN2, DEN3 y
DEN4) y luego contrae una segunda infección con otra de las variantes, se
elevan sus chances de desarrollar una forma grave de la enfermedad. Por
eso, conocer el estado de una población en relación con la infección por
dengue (pasada o actual) es importante para prevenir hospitalizaciones y
muertes.

Con ese objetivo en mente se creó la flamante Red Federal para el
Diagnóstico Rápido de Enfermedades Infecciosas en Argentina
(ReFeDeAr), que el año pasado ganó una convocatoria del entonces
Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MinCyT)
. Entre otras
cosas, la red busca desarrollar herramientas de diagnóstico rápido para
patologías parasitarias y transmitidas por vectores como mosquitos o
garrapatas, y establecer un sistema de vigilancia en Posadas y en el Parque
Nacional Iguazú, Misiones. La idea es analizar muestras de personas,
mosquitos y animales silvestres para ver si hay otros virus circulando, lo
que permitirá tener información temprana sobre posibles nuevas
amenazas para la salud.

“Después de la experiencia con el desarrollo de los test serológicos
COVIDAR
para la determinación de los anticuerpos contra el virus que
causó la pandemia, nos propusimos avanzar con métodos para poder
establecer cuánta gente ya tuvo dengue y conocer la situación de la
población argentina respecto a la enfermedad que el año pasado batió
todos los récords en cuanto a casos y muertes”, señala Andrea Gamarnik,
jefa de nuestro Laboratorio de Virología Molecular y una de las
coordinadoras de la ReFeDeAr.

“Estamos avanzando hacia la obtención de un kit que detecta anticuerpos
en sangre para saber si una persona tuvo o no dengue. Y a la vez estamos
generando las herramientas de un test rápido, tanto para determinar los
anticuerpos como para detectar si hay o no una infección actual”, agrega.
La becaria del Conicet Paola Castillo revisa una de las trampas para mosquitos del sistema de vigilancia que implementó la ReFeDeAr en Misiones.
Reconocida a nivel internacional por sus estudios sobre los mecanismos de replicación del virus del dengue, Gamarnik explica que este proyecto es el puntapié inicial para un desafío más ambicioso. “Hay otros virus que se conocen mucho menos y que también causan muertes, pero como no hay un gran mercado no se desarrollaron test para diagnosticarlos. Son virus parecidos al dengue, que están biológicamente relacionados porque pertenecen al mismo grupo. Entonces, una vez que obtengamos el test para dengue luego podremos usar la misma plataforma para determinar Zika, fiebre amarilla y otros virus que causan distintas encefalitis”, dice.

La ReFeDeAr es llevada adelante por un equipo interdisciplinario liderado por Gamarnik, Daiana Capdevila y Marcelo Yanovsky, jefes de distintos laboratorios de la FIL, e integrado por otros científicos de nuestra institución (Diego Ojeda, Belén García Fabiani, Estefanía Fesser, Julio Caramelo, Andrés Rossi y Pamela E. Rodríguez). Además, la integran el denominado Grupo Arbovirus, coordinado por la viróloga Karina Salvatierra, referente de la provincia de Misiones de la Red Nacional de Diagnóstico de Dengue; y el Grupo de Enfermedades Parasitarias, impulsado por el parasitólogo clínico Fernando Rivero, del Instituto Multidisciplinario de Salud, Tecnología y Desarrollo (IMSaTeD) de Santiago del Estero.

“El foco de la red es hacer vigilancia y diagnóstico rápido de enfermedades desatendidas de relevancia en nuestro país. Dengue es una de ellas, pero también estudiaremos enfermedades parasitarias como la causada por trichonomas vaginalis y otros parásitos que afectan al intestino”, destaca Capdevila, quien además resalta el carácter federal de la red y la importancia de interconectar los distintos nodos que la integran, tanto en Buenos Aires como en Misiones y Santiago del Estero.
Los científicos toman muestras de mamíferos silvestres para hacer análisis serológicos y realizar la vigilancia de posibles virus emergentes.
Falta de atención
El dengue es en la actualidad el virus transmitido por insectos más importante a nivel global y figura en la lista de las 20 enfermedades tropicales desatendidas elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Estas 20 patologías son causadas por virus, parásitos o bacterias y afectan a más de mil millones de personas en todo el mundo. Con frecuencia están asociadas a la pobreza. Y aunque la mayoría son prevenibles y tratables, suelen ser ignoradas por las agencias de financiación. 

Por eso, la OMS estableció el 30 de enero como día internacional para generar conciencia sobre ellas y fijó una hoja de ruta que establece metas e hitos globales para prevenir, controlar, eliminar o erradicar esas enfermedades tropicales desatendidas. “La ReFeDeAr pondrá su granito de arena en cuanto al diagnóstico de dengue y de otras enfermedades desatendidas causadas por virus y parásitos”, señala Capdevila. 
La viróloga Karina Salvatierra encabeza el nodo de Misiones.
Con 4,4 millones de casos, 2023 marcó un récord de dengue en la región de las Américas. En la Argentina, hasta mediados de diciembre se habían registrado 135.676 casos y 68 muertes, según datos del Ministerio de Salud de la Nación. Más allá de que se trata del pico más alto en número de casos, este último brote también tiene la particularidad de que por primera vez hubo continuidad de la transmisión viral incluso en invierno. 

Durante el brote de 2009 el tipo dominante del virus en el país fue DEN1, igual que en 2016, donde hizo una pequeña aparición el DEN4 (2% de los casos). En 2020, el 71% de los afectados tuvieron DEN1, 27% DEN 4 y 2% DEN2. El año pasado la mayoría de los casos fueron DEN2 y en lo que va del nuevo año, la principal variante es DEN1 (63%), pero también hay DEN2 (36%) y unos pocos registros de DEN3(0,29%). 

“Estos datos muestran que ya tuvimos extensa circulación de dengue 1, algo del 4 y que se introdujo fuerte el dengue 2. Esto es importante porque se relaciona al riesgo que tendrá la población de nuestro país de desarrollar formas graves de la enfermedad”, resalta Gamarnik. Y agrega: “Saber qué virus circula y tener información sobre infecciones previas permite tomar medidas sanitarias en base a la evidencia”. 

El dengue es una enfermedad viral transmitida por el mosquito Aedes aegypti, que si se alimenta de la sangre de alguien infectado transmite la enfermedad cuando pica a otra persona sana. La manera de controlar el avance del dengue es erradicando al mosquito, pero esto es muy difícil porque es de hábitos domiciliarios y se reproduce en pequeños espacios de agua limpia, como floreros o bebederos de mascotas. El cambio climático, sumado a la mayor frecuencia de los viajes y las migraciones humanas, junto a la urbanización descontrolada, que hace que ante la imposibilidad de acceder a agua potable la gente la junte en tachos, empeoran un panorama complejo. 

“Si bien ahora existe una vacuna que es segura, lo cierto es que con eso solo no alcanza. Se necesita de un esfuerzo conjunto y más campañas de prevención”, enfatiza Gamarnik, quien concluye: “Para nuestro país es fundamental contar con reactivos propios y desarrollar métodos de diagnóstico para enfermedades locales, porque si no muchas veces no hay forma de conocer qué está pasando o se depende de la importación de insumos, corriendo el riesgo de que empiezan a escasear cuando se producen brotes importantes, como bien pudimos comprobar durante la pandemia y en los últimos brotes de dengue”.